La calle de don Mariano
Para lo poco que escribo, siempre acabo hablando de lo mismo. Pero no es culpa mía, sino de los señores del PP, que vuelven una y otra vez a la calle, a la que ahora parecen haberle tomado cariño, sobretodo cuando la policía -como la urbana de Madrid- es del PP y lleva por nombre Esperanza.
Me sorprende que en pleno siglo XXI los peperos hayan decidido romper con su digno historial de cenáculos, bufetes y reuniones en hoteles de 5 estrellas con muchas corbatas y no menos cámaras. Justo en el siglo de las telecomunicaciones, parece que la derecha española enarbola una vez más la bandera del conservadurismo, esta vez en defensa de las tácticas más tradicionales de combate interclasista. Al igual que defienden la constitución a la que se opusieron, hacen lo propio con las manifestaciones, cuando aún sigue en mi memoria lo que dijo Javier Arenas en las legislativas del 2000, sobre lo limpia que era su campaña electoral, con vallas de gran tamaño y televisión a todo gas, frente al barullo y suciedad generado por "otros" en sus formas de actuar públicamente.
¿Qué ha cambiado en apenas 20 años para que la derecha adopte como propios comportamientos de siempre reprobados? Podríamos argüir las similitudes entre actos como el de ayer en Puerta del Sol, y otros de años atrás en el Palacio de Oriente, que no queda tan lejos. Pero es que esto va mucho más allá. Imaginen que incluso se permite a los participantes lucir pancartas de fabricación propia, con eslógans a cada cual más graciosillo. A dónde vamos a llegar, si incluso la derecha incita a la población a pensar por sí mismos. Se corre el riesgo de generar una masa crítica de población capaz de crear y defender un tercer partido poderoso en el parlamento, que actuaría de bisagra entre los dos grandes. ¿Acaso es éste el objetivo de la cúpula pepera? Lo dudo bastante.
Me inclino más por pensar que el tiempo ha obligado finalmente a esos monstruos a salir de su fría y húmeda caverna. Recordemos los años del aznarato, sus miradas asesinas a la prensa, su negativa siquiera a dar explicaciones en el congreso, su boda en "el lugar donde se entierra a los reyes". A dos años de aquel periodo todo se ha ido al traste. Incluso sus más acérrimos enemigos, los boy scouts de ETA, parecen desaparecidos del mapa. La derecha española ha realizado el enésimo vuelco ideológico, en el eterno vals que gira entorno a la verdad y la no verdad. Hoy la constitución es buena, e incluso el cava catalán está bueno, ya sólo falta oir al líder pepero de turno afirmar que habla catalán en la intimidad. ¿Qué será lo siguiente?¿Citar a Gramsci? Ya en su día Aznar redactó la introducción a los diarios del presidente Azaña. Sólo falta -y es cuestión de tiempo- que se declaren herederos de la lucha antifranquista, que la piel de toro lo aguanta todo.
Rajoy ha necesitado a 20.000 forofos para llenar tres minutos de telediario. Las juventudes de ERC se han apropiado de un buen minuto y pico con tan sólo 5 militantes y dos cargos públicos estratégicamente situados, unas pullas a la COPE y a recoger titulares, que son sinónimo de votos. Con el gobierno en manos del enemigo, a don Mariano sólo le queda el consuelo del rebote. Seguro que a día de hoy, sea en la manifestación por la LOE, por la familia, o por la mantilla y los bailes regionales, cada vez que Rajoy sube al estrado lo hace para saciar su personal venganza contra los que el 14·M le arrebataron el cargo, el coche oficial y la pensión vitalicia que otorga la condición de presidente del gobierno. Por culpa de un atajo de salvajes armados de cacerolas, don Mariano lleva año y medio sin pegar ojo, incordiado por su mujer cuando no por su amante, que se veían como beneficiarios indirectos de una empresa que comenzó con un fracaso, el mismo que las huestes populares arrastran por toda España, de calle en calle, contra el agua, contra los laicos y, si se tercia, contra la inteligencia.
Tardarán en descubrir lo que la izquierda ya sabe, que las manifestaciones son muy chulas y quedan muy bien en las fotos, pero no dan ni quitan poder de forma automática, no hunden gobiernos ni generan movimientos sociales. No, eso ya estaba, las protestas son la punta del iceberg. Los miles de individuos que cada cuatro o cinco semanas salen del barrio de Salamanca para chillar sus verdades ya existían, estaban contados y todo el mundo los conoce. Si quieren un pedazo de calle, no hace falta enviar al patriciado, la policía ya deja evidencia a diario de la parte del pastel de los potentados. Si lo que buscan es tomar el poder de la misma forma que lo perdieron, allá ellos, el Barça ya puso de moda eso de fichar a sus verdugos, y así le fue que no ganó ni para pipas. Así que adelante, señor Rajoy, siga usted con sus protestas, descubra lo maravillosa que es la calle, la protesta pública y la contestación. Acumule muchas fotos y mejores declaraciones, que las conservaremos como oro en paño para sacarlas a relucir cuando sea oportuno, dejano claro una vez más que si salen de la caverna es sólo para cagar, para cagarse en los demás.
1 comentario
I Fought The Law -
Le doy un fuerte abrazo, no sin antes recordarle que ardo en deseos de verle lo antes posible.