El candidato al desnudo
Una de las razones que tiene cierta gente para afiliarse a un partido pequeño es la esperanza de formar parte de la “vieja guardia” en el día de la victoria, con todas las ventajas y descuentos que este cargo ofrece. Ser uno de los primeros, como aquellos que seguían a José Antonio durante la República, convierte al interesado en un venerable anciano de la noche a la mañana. Él, repudiado por todos, lo vio el primero, le apoyó cuando nadie lo hacía y ahora logra situarse en el lugar que se merce: grande entre los grandes, oh señor, guíanos entre las penumbras.
Es una de las múltiples ventajas de los partidos pequeños, que por su propia condición, no se ven en la obligación de llevar a la práctica su programa –si es que tienen. Basta con lanzar unas cuantas pullas, cuanto más generales mejor, vinculadas a algún principio sacrosanto e innegociable que les caracteriza respecto a los demás. Algo parecido a esos primeros cristianos católicos que optaron por el celibato para diferenciarse de las otras agrupaciones cristianas, desde los primeros arrianos a los últimos cátaros. Suele ocurrir además que esta característica no va intrínsecamente vinculada a los principios del grupo, sino que es escogida por su sencillez en las formas y fácil visibilidad, por encima de otros dogmas que irían más ligados a los principios defendidos, pero que sería más difícil de poner en práctica y exteriorizar.
Otra de las características de muchos de estos grupitos es su fundación por un grupo de la élite que, desde la ignorancia sobre la política del día a día, se ven a sí mismos como gurús: oráculos rodeados de ciegos y bobos que insisten en equivocarse donde ellos, desde su púlpito, no ven sino soluciones fáciles y rápidas a problemas de larga raigambre.
Esta perorata viene porque hoy se publica en el diario El Mundo una entrevista a Albert Rivera, el candidato de un partido político de nombre “Ciutadans-Partit de la ciutadania” que por diversas razones ha saltado a la palestra cual concursante de Gran Hermano a los platós del viernes noche. Este partido, que en condiciones normales pasaría absolutamente desapercibido, se ha dado a conocer por dos razones que poco o nada tienen que ver con la política, y mucho con el espectáculo circense. Por otra parte –y de ahí la perorata- es un ejemplo claro del micropartido elitista del que venía hablando en las primeras líneas del texto.
Si echan un vistazo a las respuestas que el Sr. Rivera da a preguntas de los lectores, comprobarán que se ciñe a las características citadas: pone el acento en la cuestión del idioma, aún cuando dicen que para ellos es lo menos importante. Elude hacer propuestas concretas incluso cuando se le hacen preguntas tan directas como “Cuál es su programa de sanidad?”. Se comprometen a arreglar todos los problemas del país en sólo cuatro años, incluida la supresión de barracones, aumento del gasto en I+D, en educación, en sanidad y en ayudas al tercer mundo. Afirma (para más detalles vean su programa electoral) apoyar la inmigración a la vez que defiende que no puede venir todo el mundo, sin dar detalles de cómo lo harán. Se apunta al carro de defender el derecho a voto de los inmigrantes, o apoyar a los homosexuales (ahora que ya se han aprobado las leyes más conflictivas). En definitva, lo que Felipe González llamaba el “café para todos”.
Leyendo su programa, uno se acuerda de ese capítulo de Los Simpson en que Homer se presenta a las elecciones para encargado de recogida de basuras con el lema “que lo haga otro”. Aprovecho para recordar que el capítulo finalizaba vendiendo a todo el país derechos para echar su basura en Springfield, única solución para pagar los enormes gastos que comportaba un programa casi tan chiripitifláutico como el de Ciutadans.
Es lo que tiene meterse en cosas de las que no tienes ni idea. La pregunta es ¿Cómo se lo han hecho para salir por la tele? Como todo partido extraparlamentario, se quejan de que los medios pasan de ellos (que se lo digan a Esquerra Unida), con la salvedad de que en este caso es falso. La influencia de las élites fundadoras en diversos medios de comunicación, así como el interés de algunos medios en fomentar la confrontación España-Cataluña, ha puesto a este puñado de desconocidos e inexpertos a la altura de los partidos de toda la vida en medios como El Mundo o Antena 3. Es como si un reputado cocinero proyectase el mayor rascacielos del mundo, y el telediario de TVE le entrevistara en directo. Si ésto es una gilipollez, ¿qué tienen Ciutadans que hace que no lo sea? Por un lado el amiguismo que tanto critican en los demás, pero que los señores Espada, De Carreras y demás ven lícito aprovechar en su caso. Por otro, el ya mencionado interés de ciertos grupos en aumentar el choque España-Cataluña, un enfrentamiento que Ciutadans dice rechazar, pero del que se aprovechan descaradamente colaborando con esta gente a sabiendas de sus intenciones finales. ¿Lo ético en este caso no sería renunciar a estas amistades, aunque fuera a costa de perder visibilidad? Claro, ellos están exentos de esa pureza que exigen al resto de partidos, casualmente los que tienen experiencia electoral.
El colmo viene con el idioma, su Sancta Sanctorum, esa fuerza eterna que mueve Catalunya, pero que a ellos –dicen- no les interesa para nada, aunque sea uno de los primeros puntos de su programa. Defienden cosas tan estúpidas como el uso del castellano en el Parlament de Catalunya, algo que es totalmente legal desde su propia creación (o sea, que en este sentido son conservadores), pero sin embargo nada dicen del uso del catalán en el Parlamento de Madrid, algo que sí está prohibido aún en el siglo XXI, cuando los sistemas de traducción permitirían su uso sin ningún problema. Claro, lo uno es fácil, barato y populista; lo otro es complicado de llevar a cabo, enemistaría a parte de su electorado (Foro Babel, ex miembros de Democracia Nacional,..) y aunque sería lo lógico dado su programa, les haría perder visibilidad en su dogma de “en castellano también”.
Para acabar, porque podría hacer una novela de este tema, hablaré de su posición política: dicen no ser ni de izquierdas ni de derechas, tal que la Falange, el Partido Humanista o el partido Caza y Pesca del Parlamento Europeo. Eso estaría la mar de bien si propusieran una nueva clasificación de las opciones políticas que superara ésta, caducada desde la llegada de la tercera vía, los centros variados y la transversalidad berlusconiana. Sin embargo, lo que hacen –vean su programa- es adoptar los postulados que defienden los dos bloques –izquierdas y derechas- y, en los casos en que no es posible, hablar desde la distancia suficiente (“defendemos la educación pública”, “todos tenemos derecho a pasear seguros por las calles”,...) para que no sea posible catalogarlos entre unos y otros.
No me atrevo a decir que sería una sorpresa que sacaran diputados. En este país se han presentado a las elecciones gente como Gila o Norma Duval y no ha pasado nada. El gran Labordeta lleva nosecuantos años de Diputado por el PAR y está la mar de feliz. Y hemos tenido ministros de la talla de Ana Palacio, Esperanza Aguirre, José Barrionuevo o el ínclito Manuel Fraga, presidente autonómico durante dos décadas después de cometer ciertos actos que, de haber sido chileno y general, le estarían provocando grandes dolores de cabeza. Sin embargo, lamentaría mucho tener que pagar el sueldo a unos vividores cuya gran novedad es sacar al candidato en bolas, entre otras cosas porque esto que venden como originalidad está copiado y recopiado: hace unos años en Italia la gran Cicciolina se presentó a las elecciones: como el Sr. Rivero, ella también posó desnuda, tampoco tenía programa, y fue una completa inutilidad como política.
3 comentarios
autor -
Por otra parte, la surrealista imagen del pinganillo en las Cortes no sucedería si el Parlamento mostrase un mínimo respeto y reconocimiento por unos idiomas (catalán, gallego y vasco) que en conjunto hablan como mínimo el 10% de la población, más de cuatro millones de personas que jamás han podido oir su idioma (salvo en ocasiones simbólicas) en su parlamento, el que pagan con sus impuestos y apoyan con sus sufragios. Por eso me parece demagógico levantar la bandera del castellano en Catalunya, cuando es un territorio que, según mi parecer, lleva el tema del bilingüismo de una forma respetable e incluso imitable.
Luis -
En el Parlamento catalán no se precisa traductores pq todo el hemiciclo entiende las dos lenguas oficiales, en cambio en el congreso todos entienden el castellano, unos pocos el catalán, y menos el gallego y el vasco. No es el mismo caso.
Por cierto, al Foro Babel lo apoyo hasta Riera, aquel de "El Viejo Topo", todo un ejemplo de "Democracia Nacional", ¿verdad?. Ya sabemos que Ciutadans será un partido en la línea PP-PSOE pero porque se hayan atrevido a cuestionar el catalanismo oficial están recibiendo unas críticas injustificadas, y eso que aún no han hecho nada.
I Fought The Law -