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Sesión Digital

Durante la misa oficial por los fallecidos en el atentado del 11-M uno de los asistentes (familiar de una víctima) le ha espetado al presidente Aznar "usted es responsable de la muerte de mi hijo". La escena, en una iglesia abarrotada y sumida en un impresionante silencio es, cuando menos, de una plasticidad demoledora. David habría sacado una obra de arte sublime, elogiando la palabra del ciudadano, alzándose acusadora contra el poder, cuya prepotencia ha quedado al descubierto en la tragedia que ha reunido a esa multitud en el templo.
Sin embargo las cámaras de televisión no están para estas ostias y, con la excepción de TV3, han obviado esta escena den las más de dos horas en que el evento se ha emitido en estricto directo. El hecho en sí da mucho que pensar. Lo primero que me ha venido a la cabeza es (y no se me malinterprete) el pecho de Janet Jackson ondeando al viento en la final de la Superbowl, y lo que se dijo en este país sobre la censura en los Estados Unidos. Sin embargo, uno podría acogerse a argumentos éticos tratándose de un acto de unidad, en que las diferencias internas -incluidas las que se refieren a las responsabilidades en la matanza- deben quedar al margen.
El hecho evidente en cualquier caso es que la responsabilidad inmediata de emitir esa escena no recayó sobre un político, ni sobre un empresario, ni sobre un militar. La posibilidad de alzar a la fama a aquel desconocido señor recayó sobre los realizadores de televisión. Sin duda éstos habían sido previamente aleccionados sobre las líneas principales de la emision, tanto aquellos que mostraron la escena como los que no. Sin embargo, es evidente el cariz que podría tomar la misma escena de ser tratada adecuadamente, y lo mucho que podría cambiar su interpretación.
No es nada nuevo, y basta recordar (es lo que viene a mi maliciosa mente) muchas de las protestas de Basta Ya, Víctimas del Terrorismo o el mismo PP, aprovechando en alguna ocasión incluso los entierros de las víctimas. Las cámaras mostraban a varias personas soltando proclamas que, en general, acusaban al PNV de los atentados de ETA; la lectura de las imágenes era la de una multitud gritando cosas similares (Ibarretxe terrorista, Arzalluz asesino), pero la realidad en muchos casos era que las cámaras (las mismas que ignoraron al acusador de la Almudena) vendían la parte por el todo, deformando la realidad para mayor agradecimiento de los abueletes falangistas, que echaban mejor la siesta tras haber comprobado que "los vascongados saludan al Caudillo".
Lo expuesto no es nada nuevo, ni es mi intención emitir un juicio de valor sobre lo dicho hasta aquí (¿engañó a alguien Antena3?). El propio David ya se encargaba de enfocar la cámara hacia donde quería; "Nadie puede reinar inocentemente", decía Robespierre, tan admirado por el pintor de la Academia. La emisión del funeral viene a confirmar que tampoco se puede comunicar inocentemente, aunque se quiera, y que en momentos de tensión todo acto puede hacer daño a alguien, nos guste o no.

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