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Sesión Digital

¡Buen Provecho!

Esta mañana, nada más levantarme, he encendido el televisor. Ángels Barceló presentaba una risa ultracafeinada que me ha alegrado la mañana. Aunque en Estados Unidos "aún" fueran las 4 o 5 de la mañana, la muy jefa ya estaba allí cuando me fui a dormir, y hay que tener narices para aguantar ese tute. Felicidades, y tal, pero yo no te buscaba a tí. En la cadena de al lado por fin apareció la imagen que buscaba y que estaba destinada a alegrarme el día: giro brusco, quiebro a Nesta y cañardazo por toda la escuadra. Qué dinamismo, qué fuerza, qué belleza plástica; nada me extasiaba tanto desde la última vez que hojeé la Iliada. La Squadra Azzurra, el orgullo de Italia, el honor de esa Roma eterna e imperial que dominó Europa por un milenio, venida abajo por un chaval de las favelas, ariete del último club del continente que resiste impertinete el ataque de la privatización. Viriato no podría estar más orgulloso de haber tenido al jabato entre sus huestes, derribando a fintazos a centuriones y manipulos.
Cuando Ronaldo I el grande abandonó el césped del coliseó, creí estar ante el ocaso del fútbol, condenado a morar por tierras extrañas en busca de un espectáculo honrado que contemplar. Y aunque Rivaldo (o el niño hambriento que lleva dentro) supo crear pequeñas maravillas, nada se asemejaba al halo divino que desprendían las piernas del chiquillo calvo. Los mil nombres que vaganbudearon por el Camp Nou tratando de arrancar esa Excalibur clavada en la piedra, no hicieron más que de plañideras de esos goles, de esas briosas galopadas contra toda una defensa que arrancaban en el mediocampo y acababan en las peores pesadillas de los porteros. ¿Dónde buscar semejante magia, semejante maravilla?
La respuesta, como los niños, vino de París, y ayer, tras pasarse por el forro a las dos torres de la defensa milanista, no hizo sino clavar su pica en Flandes, advertir a propios y extraños que él está allí, que Europa es su morada y su furia es de temer.

Insuflado con el optimismo que da el haber contemplado en carne propia (televisor mediante) un acontecimiento de los que marcan un siglo, he podido volver con Ángels para oírla contar historias desde el otro lado del atlántico. La verdad es que poco hay que contar; parece que Bush tendrá cuatro años más de manga ancha. Eso, pasado a cifras, me provoca unos temblores de piernas que ni para qué. No dejo de ver paralelismos con lo sucedido a comienzos del siglo XX. No, no es que tema una guerra nuclear, ni falta que va a hacer para arrasar con el planeta. Cuatro años más de plena libertad para hacer lo que le plaza (Camús advirtió algo sobre no dejar que un tonto accediera al puente de mando), y encima SUS últimos cuatro años. Recuerdo que Aznar, una vez decidió no presentarse a más elecciones, pisó a fondo el acelerador. A Clinton también le dio, pero por otro lado menos peligroso para su país. Le recuerdo intentando reconciliar a palestinos e israelís, Barak i Arafat haciendo como que se daban la mano.
Ahora pienso en lo que se le puede ocurrir a Bush como colofón a su histórica presidencia. Invadir otro país, cabrear a los chinos o reabrir el programa de guerra de las galaxias. Tal vez le de por subvencionar la gasolina con impuestos sobre la leche, o por aumentar retroactivamente todas las condenas para por fin poder tener mano de obra íntegramente esclava; a saber lo que se le puede ocurrir a un tejano ex·alcohólico y ultracatólico que pasó del béisbol a la política como quien va de la cocina a la sala de estar. Recuerdo una novela de Stephen King, "La zona muerta", que comenzaba con un vendedor ambulante de biblias cabreadísimo y diciéndose a sí mismo que un día llegaría a ser presidente. ¿Cuál era el final?

No creo en los poderes sobrenaturales, así que es tontería fiarse de esta novela. Antes prefiero hacer un pequeño manual de bolsillo para el próximo cuatrieno saber qué hacer y a qué atenerme:

- Financiar al partido demócrata y hacer campaña por él. Los yankis en general y Nader en particular, se tendrán que joder, pero es aritmética, la integridad de 6000 millones de personas pasa por delante de las normas de tráfico y sanidad de los 400 millones de yankis.
- Hacer testamento y dejarlo todo atado y bien atado, por si toca la lotería en el próximo macroatentando
- Sudar del tema palestino -podemos darlos por muertos- y preocuparse por las propias barbas (interesa releer el poema que Brecht dedicó a un tema parecido)
- Soltar una carcajada cada vez que alguien utilize la palabra "pensiones"
- Dejar el café y otras sustancias estresantes,puesto que no se sabe con qué puede uno despertarse a partir de ahora. Con el tabaco, por contra, se puede practicar el abuso, puesto que el patrocinio del consumo de combustibles fósiles va a convertir en una simple broma para nuestros pulmones los pequeños y vulgares cigarrillos.
- No ir más a misa, no dar un duro a ninguna iglesia, y no olvidar que aunque ésta algún día muera, se reencarnará en otra cosa y habrá que volver a comenzar.
- No olvidar jamás la educación; cuando las fauces del lobo se abran sobre nosotros y la saliba nos duche con sus apestosos efluvios, no olvidemos alzar la cabeza y gritar jovialmente "buen provecho!".

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