Los EE.UU.'s
Ahora que lo peor ha sucedido comprobamos cómo, pese a ello, esta mañana ha vuelto a sonar el despertador y todo parece seguir igual. Es más, si me abstuviera de leer la prensa, seguro que pasarían varios meses antes de notar algún cambio provocado por la continuidad del angelical W. en el despacho oval.
Me huelo que este cambio (o mejor dicho, esta continuidad) va a cambiar ciertos patrones de conducta, especialmente a nivel europeo. Las fuerzas ocultas del medio oeste, con su biblia y su sombrerito de cowboy, han consolidado su control sobre la más importante de todas las palancas que hoy día mueven el mundo. Visto desde un viejo continente que aún mantiene vivos muchos dogmas del estado del bienestar, cuesta de creer. Pero los EE.UU son otro/s mundo/s; allí no hay escuela pública obligatoria con libros aprobados por el gobierno. En muchos estados la teoría de la evolución parte de Noé, y al comenzar las clases se reza el padre nuestro. El gobierno pasa bastante del tema y sólo se preocupa por las escuelas públicas, que son sólo para los muy pobres y me huele que deben dar mucho asquito. Las diferencias en la educación (y no sólo la escolar, sino la que dan las múltiples formas de vida que hay en ese país) conllevan diferencias sociales profundas, y ello lleva a la aparición de una miríada de EE.UU's que desde Europa vemos como un todo, tal como desde EE.UU. se ve a Europa como un todo (igual pasa en Israel, que considera tan culpables del holocausto a los alemanes como a los andorranos, e incluso a los chipriotas, todos ellos europeos.
Las presidenciales yankis de este año nos han sorprendido a todos aquellos que caíamos en el simplismo de unificar la masa norteamericana. Destapada la manta, el panorama que se nos aparece es demoledor. Podemos hablar con los habitantes de las grandes ciudades, pactar con los comerciantes e incluso enfrentarnos a las multinacionales. Pero nada podemos ni sabemos hacer con ese cinturón bíblico que pisa con tanta fuerza en la Casa Blanca. Personitas que en su inmensa mayoría no han salido de su estado, que apenas pagan impuestos y nada reciben del gobierno. Esta pandilla de "self made men" ha convertido en una forma de vida el tan castizo "yo me lo guiso yo me lo como", se han montado su paja mental sobre el quién somos y a dónde vamos, y luego a pastar vacas, sacar petróleo y al carajo con todo lo demás, que si nadie me ayuda no tengo por qué ayudar a nadie.
Sociedades de este tipo son únicas en el siglo XXI. Para encontrar algo similar deberíamos pasarnos por la China rural o por alguna comunidad de Yanomamis en medio de la selva amazónica. El poder imperial de los marines y el arsenal nuclear les ampara en su convencimiento de ser los mejores del mundo en todo, y dudo mucho que a día de hoy haya forma viable de convencerles amablemente de lo contrario. Bush, su hijo pródigo, debe sentirse como ese Calígula que, convencido de su poder divino, llegó a la conclusión de que sus designios se cumplían no por tener dinero y gente a sus órdenes, sino porque era un Dios y estaba haciendo lo correcto.
Calígula se salió con la suya, y tan potente era el imperio romano (que últimamente no paro de citar como ejemplo) que se pudo tragar su pollo y tirar para adelante por tres siglos más. ¿Sucederá lo mismo con burguerlandia? a saber; por ahora el tito Bush se ha pulido los ahorros del estado, y ha encargado a sus amiguetes del ejército armas por valor de no quiero saber cuánto dinero. Recuerdo que eso también lo hizo Hitler (otro ejemplo recurrente), y cuando los prestamistas llamaron a la puerta el soldadete, sin cortarse un pelo, fusiló al polaco y le robó la cartera: "todo vuestro" debió decirles a los Krupp, Thyssen y compañía.
La conclusión, para no alargarlo más, es que nada podemos esperar de los EE.UU. Ellos tienen sus ostias internas que pa qué, y aunque son más civilizados en eso que nosotros, y en vez de guerras civiles optan por piques entre pepsi y cocacola, la cosa lo dista tanto de lo que sucede en nuestro terruño, que aquí tambien se vota por rabia, soberbia, envidia, codicia e ignorancia. Por ahora y durante bastantes años nos va a tocar comernos los mocos de su estupidez, que es también la nuestra, mientras seguimos construyendo esa balsa llamada Unión Europea que es lo único que se nos ha ocurrido para huir de esa isla llamada occidente. Veremos cómo acaba, aunque a lo lejos se divisa un Saipán navegando a toda leche hacia nosotros, y sus tripulantes llevan grabados en la espalda los latigazos que les propinaron nuestros tatarabuelos. ¿Serán rencorosos? la vida da muchas vueltas.
Me huelo que este cambio (o mejor dicho, esta continuidad) va a cambiar ciertos patrones de conducta, especialmente a nivel europeo. Las fuerzas ocultas del medio oeste, con su biblia y su sombrerito de cowboy, han consolidado su control sobre la más importante de todas las palancas que hoy día mueven el mundo. Visto desde un viejo continente que aún mantiene vivos muchos dogmas del estado del bienestar, cuesta de creer. Pero los EE.UU son otro/s mundo/s; allí no hay escuela pública obligatoria con libros aprobados por el gobierno. En muchos estados la teoría de la evolución parte de Noé, y al comenzar las clases se reza el padre nuestro. El gobierno pasa bastante del tema y sólo se preocupa por las escuelas públicas, que son sólo para los muy pobres y me huele que deben dar mucho asquito. Las diferencias en la educación (y no sólo la escolar, sino la que dan las múltiples formas de vida que hay en ese país) conllevan diferencias sociales profundas, y ello lleva a la aparición de una miríada de EE.UU's que desde Europa vemos como un todo, tal como desde EE.UU. se ve a Europa como un todo (igual pasa en Israel, que considera tan culpables del holocausto a los alemanes como a los andorranos, e incluso a los chipriotas, todos ellos europeos.
Las presidenciales yankis de este año nos han sorprendido a todos aquellos que caíamos en el simplismo de unificar la masa norteamericana. Destapada la manta, el panorama que se nos aparece es demoledor. Podemos hablar con los habitantes de las grandes ciudades, pactar con los comerciantes e incluso enfrentarnos a las multinacionales. Pero nada podemos ni sabemos hacer con ese cinturón bíblico que pisa con tanta fuerza en la Casa Blanca. Personitas que en su inmensa mayoría no han salido de su estado, que apenas pagan impuestos y nada reciben del gobierno. Esta pandilla de "self made men" ha convertido en una forma de vida el tan castizo "yo me lo guiso yo me lo como", se han montado su paja mental sobre el quién somos y a dónde vamos, y luego a pastar vacas, sacar petróleo y al carajo con todo lo demás, que si nadie me ayuda no tengo por qué ayudar a nadie.
Sociedades de este tipo son únicas en el siglo XXI. Para encontrar algo similar deberíamos pasarnos por la China rural o por alguna comunidad de Yanomamis en medio de la selva amazónica. El poder imperial de los marines y el arsenal nuclear les ampara en su convencimiento de ser los mejores del mundo en todo, y dudo mucho que a día de hoy haya forma viable de convencerles amablemente de lo contrario. Bush, su hijo pródigo, debe sentirse como ese Calígula que, convencido de su poder divino, llegó a la conclusión de que sus designios se cumplían no por tener dinero y gente a sus órdenes, sino porque era un Dios y estaba haciendo lo correcto.
Calígula se salió con la suya, y tan potente era el imperio romano (que últimamente no paro de citar como ejemplo) que se pudo tragar su pollo y tirar para adelante por tres siglos más. ¿Sucederá lo mismo con burguerlandia? a saber; por ahora el tito Bush se ha pulido los ahorros del estado, y ha encargado a sus amiguetes del ejército armas por valor de no quiero saber cuánto dinero. Recuerdo que eso también lo hizo Hitler (otro ejemplo recurrente), y cuando los prestamistas llamaron a la puerta el soldadete, sin cortarse un pelo, fusiló al polaco y le robó la cartera: "todo vuestro" debió decirles a los Krupp, Thyssen y compañía.
La conclusión, para no alargarlo más, es que nada podemos esperar de los EE.UU. Ellos tienen sus ostias internas que pa qué, y aunque son más civilizados en eso que nosotros, y en vez de guerras civiles optan por piques entre pepsi y cocacola, la cosa lo dista tanto de lo que sucede en nuestro terruño, que aquí tambien se vota por rabia, soberbia, envidia, codicia e ignorancia. Por ahora y durante bastantes años nos va a tocar comernos los mocos de su estupidez, que es también la nuestra, mientras seguimos construyendo esa balsa llamada Unión Europea que es lo único que se nos ha ocurrido para huir de esa isla llamada occidente. Veremos cómo acaba, aunque a lo lejos se divisa un Saipán navegando a toda leche hacia nosotros, y sus tripulantes llevan grabados en la espalda los latigazos que les propinaron nuestros tatarabuelos. ¿Serán rencorosos? la vida da muchas vueltas.
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