Asuntos varios
Ya no se habla de Iraq, el tema ha perdido parte de gracia ahora que sabemos que irá para largo. Tomaron Falluja, ahora miran con mala baba para Mosul, y por si no fuera poco ya están metiendo en la recámara Iran, ayatolás incluidos. Ya hemos visto lo que da de sí una guerra: muertos, torturas, secuestros, decapitaciones, tiros en directo y algunos charquitos de sangre, para que parezca más real. Sólo se echan en falta las violaciones que tanto dieron que hablar en la guerra de Yugoslavia, pero claro, los yanquis con esas moritas peludas y tapadas hasta las cejas no quieren nada, ya habrá tiempo para que los listillos del país se dediquen a montar las casas de citas que tanto alegraban la vida a los soldaditos de Vietnam, repartiendo una sífilis por aquí, una gonorrea por allá.
En cualquier caso, las imágenes de oriente medio han pasado a segundo nivel. Está todo aún por hacer, Bush acaba de ganar y Arafat la acaba de palmar, dejemos este tema para más adelante, que ya hay otras gilipolleces de las que hablar. Entre ellas la más curiosa es la que me pasó ayer por los ojos: las películas pornográficas encargadas por Alfonso XIII y rodadas por las buenas gentes del Raval, con la esperanza de agradar al monarca y permitirle ser un adelantado de su tiempo hasta en cuestiones sexuales.
Impagable las escenas de sexo entre curas y monjas, confirmación de lo suponible: en un mundo controlado por la iglesia, las fantasías sexuales no desaparecen, simplemente se adaptan como pueden. Y así aparecía un cura lanzando a una feligresa sobre el altar para, sotana al aire, empitonar a la buena mujer para que soltara con más gusto los avemarías. Alfonsito se lo pasaría en grande, y no me extrañaría que su hijo, el bueno de don Juan, se hiciera alguna pajita con las pelis, que de buen seguro acabaría viendo con la complacencia de algún ayuda de cámara que se apuntaría a la fiesta onanista.
Me pregunto si Alfonsete se llevaría las pelis al exilio; ¿las enseñaría a sus amiguetes para mostrar lo que se perdía España al echar a un rey tan rumbero? No sería de extrañar, rodeado de embajadores, políticos ricachones y nobleza varia, "váis a ver lo que me llevé de Oriente", y hala, todos a ver a esas señoras gordas y celulíticas (¿les excitaría o sentirían curiosidad antropológica?) fornicando con majos del chino con cara de salidos.
No creo que Juanca siguiera con la tradición; en su pubertad ya estaban a mano las revistas y películas francesas sobre el tema, a todo color y con chicas mucho más atractivas que las del abuelo. Juanca siempre ha sido un vividor, de exilio en exilio y reino porque me toca, buena vida la del compadre. Más que consumidor de porno, se le ve practicante desaforado en todo lugar y a todas horas.
Sin embargo el niño, Felipito, es un caso más preocupante. No olvidemos que conoció a su mujer por la tele. ¿Acaso vio de pequeño las películas del bisabuelo? ¿ello le causó alguna clase de trauma? Sabiendo lo que hacía Alfonso, no es exagerado -ni denigrante, por supuesto- imaginarse al principito machacándosela ante el telediaro de la primera, cagándose cada vez que pinchaban al Buruaga y su Leti desaparecía. Tal vez sea éste el motivo de su silencio, de la discreción con que anda, en comparación con el campechanismo de su padre. El chico ha salido más recio, pero también más tímido, algo poco frecuente en los borbones. ¿Soñará Felipe con esas mujeres feas y obscenas practicando mil posturas en su mente? ¿Despertará entre temblores, rodeado de imágenes en blanco y negro de lo peor del barrio chino?
Es un tema importante, porque un monarca traumatizado puede causar problemas en las relaciones exteriores. Es por ello que considero que la casa real debería decir algo al respecto de estas películas pornográficas. Si las asumen como propias no pasa nada, lo raro sería que no lo hubieran hecho, porque aquí todos cojeamos de la misma pata y engañarse es tontería.
Si, por contra, niegan el origen de las imágenes y se van a confesarse con monseñor Rouco, ojo, alerta; veremos aquí la pervivencia de ese trauma que lleva a las casas reales y a algunos políticos a creerse por encima del mundo, en una clase social aparte más limpia, pulida, estable, culta y próspera que cualquiera de las demás, esto es, superior. La noticia sería buena para los republicanos, porque una monarquía así tiene los días contados. Mostradas las imágenes y habiendo dicho en qué videoclub las han encontrado, es tontería no rematar la faena preguntando a los actuales propietarios si las siguen utilizando en sus momentos de intimidad. Ya que nos tenemos que comer al reyezuelo, por lo menos que coma un poco de mierda.
En cualquier caso, las imágenes de oriente medio han pasado a segundo nivel. Está todo aún por hacer, Bush acaba de ganar y Arafat la acaba de palmar, dejemos este tema para más adelante, que ya hay otras gilipolleces de las que hablar. Entre ellas la más curiosa es la que me pasó ayer por los ojos: las películas pornográficas encargadas por Alfonso XIII y rodadas por las buenas gentes del Raval, con la esperanza de agradar al monarca y permitirle ser un adelantado de su tiempo hasta en cuestiones sexuales.
Impagable las escenas de sexo entre curas y monjas, confirmación de lo suponible: en un mundo controlado por la iglesia, las fantasías sexuales no desaparecen, simplemente se adaptan como pueden. Y así aparecía un cura lanzando a una feligresa sobre el altar para, sotana al aire, empitonar a la buena mujer para que soltara con más gusto los avemarías. Alfonsito se lo pasaría en grande, y no me extrañaría que su hijo, el bueno de don Juan, se hiciera alguna pajita con las pelis, que de buen seguro acabaría viendo con la complacencia de algún ayuda de cámara que se apuntaría a la fiesta onanista.
Me pregunto si Alfonsete se llevaría las pelis al exilio; ¿las enseñaría a sus amiguetes para mostrar lo que se perdía España al echar a un rey tan rumbero? No sería de extrañar, rodeado de embajadores, políticos ricachones y nobleza varia, "váis a ver lo que me llevé de Oriente", y hala, todos a ver a esas señoras gordas y celulíticas (¿les excitaría o sentirían curiosidad antropológica?) fornicando con majos del chino con cara de salidos.
No creo que Juanca siguiera con la tradición; en su pubertad ya estaban a mano las revistas y películas francesas sobre el tema, a todo color y con chicas mucho más atractivas que las del abuelo. Juanca siempre ha sido un vividor, de exilio en exilio y reino porque me toca, buena vida la del compadre. Más que consumidor de porno, se le ve practicante desaforado en todo lugar y a todas horas.
Sin embargo el niño, Felipito, es un caso más preocupante. No olvidemos que conoció a su mujer por la tele. ¿Acaso vio de pequeño las películas del bisabuelo? ¿ello le causó alguna clase de trauma? Sabiendo lo que hacía Alfonso, no es exagerado -ni denigrante, por supuesto- imaginarse al principito machacándosela ante el telediaro de la primera, cagándose cada vez que pinchaban al Buruaga y su Leti desaparecía. Tal vez sea éste el motivo de su silencio, de la discreción con que anda, en comparación con el campechanismo de su padre. El chico ha salido más recio, pero también más tímido, algo poco frecuente en los borbones. ¿Soñará Felipe con esas mujeres feas y obscenas practicando mil posturas en su mente? ¿Despertará entre temblores, rodeado de imágenes en blanco y negro de lo peor del barrio chino?
Es un tema importante, porque un monarca traumatizado puede causar problemas en las relaciones exteriores. Es por ello que considero que la casa real debería decir algo al respecto de estas películas pornográficas. Si las asumen como propias no pasa nada, lo raro sería que no lo hubieran hecho, porque aquí todos cojeamos de la misma pata y engañarse es tontería.
Si, por contra, niegan el origen de las imágenes y se van a confesarse con monseñor Rouco, ojo, alerta; veremos aquí la pervivencia de ese trauma que lleva a las casas reales y a algunos políticos a creerse por encima del mundo, en una clase social aparte más limpia, pulida, estable, culta y próspera que cualquiera de las demás, esto es, superior. La noticia sería buena para los republicanos, porque una monarquía así tiene los días contados. Mostradas las imágenes y habiendo dicho en qué videoclub las han encontrado, es tontería no rematar la faena preguntando a los actuales propietarios si las siguen utilizando en sus momentos de intimidad. Ya que nos tenemos que comer al reyezuelo, por lo menos que coma un poco de mierda.
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