Hablar es gratis?
Lo de Chavez es tremendo, ha logrado que el bueno de Moratinos se suelte la melena y diga en voz alta una de esas verdades innecesarias que tan poco aportan a la causa, pero que tanto remueven la mierda. Hablar hoy en día de si tal apoyó a una dictadura o cual cometió tal atrocidad es, cuando menos, un tanto infantil. Ya no quedan gobiernos nuevos, relucientes, libres de pecado. En realidad dudo que nunca los haya habido.
Lo del señor Moratinos me parece estupendo para, por ejemplo, una boda. Entre orujo y orujo, puro en ristre, soltar una cosa de estas aumenta la jocosidad del respetable, despierta ánimos y probablemente provoque hilaridad en muchos de los asistentes. "A Aznar le ponen las dictaduras" sería el comentario a utilizar en casos así, ji ji, ja ja, aplausos y más bromas concatenadas. Está muy bien.
Pero dedicarse a hablar de estos temas en conferencias de salón no hace sino ocultar otros problemas, los que se escriben con mayúsculas, de la agenda del día. Los políticos, al igual que los periodistas, saben cómo funcionan estas cosas. Si algún encorbatado suelta una imbecilidad, las cámaras sudan de la aprobación de ayudas para hospitales y se van a recoger del suelo los escupitajos del secretario de turno. Por eso, porque lo saben, no pueden ignorarlo cuando se dedican a hacer declaraciones públicas ante un tropel de objetivos. Por eso sería lícito que se les pudiera pedir explicaciones: "Señor tal, por qué no se dedica a decir estas cosas en el parlamento, que para eso cobra, y no para dar audiencia a los detergentes?" Es obvio que en la sociedad actual el poder de los medios va más allá de lo estipulado en las bases del XVII y XIX, y que requieren un tratamiento diferente, especialmente en cuestiones de interés general.
El Parlamento no es como es sólo porque quede bonito, así, con los tiros del Tejero y todo. Tomar decisiones en común no es tarea fácil, y el parlamento no tiene sólo normas de representación (quién va allí y en nombre de quién) sino que posee unas normas de debate pensadas (en teoría) para el mayor y mejor entendimiento entre las partes. Estas normas no existen en la televisión, y por eso se llega a lo que se llega, convirtiéndose los políticos en comparsas de los triunfitos de turno.
Para los nuevos tiempos, nuevas normas. Deberían ser los propios profesionales de la política lo suficientemente inteligentes para abogar ellos mismos por medidas de control de las declaraciones en televisión, pero mientras la gente se siga preocupando más por el circo que por el pan, los Zapateros y Aznares de turno seguirán actuando más como payasos que como administradores del común.
Lo del señor Moratinos me parece estupendo para, por ejemplo, una boda. Entre orujo y orujo, puro en ristre, soltar una cosa de estas aumenta la jocosidad del respetable, despierta ánimos y probablemente provoque hilaridad en muchos de los asistentes. "A Aznar le ponen las dictaduras" sería el comentario a utilizar en casos así, ji ji, ja ja, aplausos y más bromas concatenadas. Está muy bien.
Pero dedicarse a hablar de estos temas en conferencias de salón no hace sino ocultar otros problemas, los que se escriben con mayúsculas, de la agenda del día. Los políticos, al igual que los periodistas, saben cómo funcionan estas cosas. Si algún encorbatado suelta una imbecilidad, las cámaras sudan de la aprobación de ayudas para hospitales y se van a recoger del suelo los escupitajos del secretario de turno. Por eso, porque lo saben, no pueden ignorarlo cuando se dedican a hacer declaraciones públicas ante un tropel de objetivos. Por eso sería lícito que se les pudiera pedir explicaciones: "Señor tal, por qué no se dedica a decir estas cosas en el parlamento, que para eso cobra, y no para dar audiencia a los detergentes?" Es obvio que en la sociedad actual el poder de los medios va más allá de lo estipulado en las bases del XVII y XIX, y que requieren un tratamiento diferente, especialmente en cuestiones de interés general.
El Parlamento no es como es sólo porque quede bonito, así, con los tiros del Tejero y todo. Tomar decisiones en común no es tarea fácil, y el parlamento no tiene sólo normas de representación (quién va allí y en nombre de quién) sino que posee unas normas de debate pensadas (en teoría) para el mayor y mejor entendimiento entre las partes. Estas normas no existen en la televisión, y por eso se llega a lo que se llega, convirtiéndose los políticos en comparsas de los triunfitos de turno.
Para los nuevos tiempos, nuevas normas. Deberían ser los propios profesionales de la política lo suficientemente inteligentes para abogar ellos mismos por medidas de control de las declaraciones en televisión, pero mientras la gente se siga preocupando más por el circo que por el pan, los Zapateros y Aznares de turno seguirán actuando más como payasos que como administradores del común.
3 comentarios
sergio -
Biafra -
Y en fecto, creo que toda injustiia debe ser denunciada en voz alta. Que Moratinos no me cae bien, ok. Pero lo de Venezuela ha pasado inadvertido durante muchos meses, nunca se habla de ello, y me parece fantastico que hoy en dia quede claro que fue un golpe de la oligaquia y apoyado por EEUU y ESP.
Oscar -
Primero se acepta que sí fue un golpe de estado, no todos todavía lo hacen. Luego habrá que investigar la participación de la CIA y el CESID en este golpe.