Votad malditos!
Dentro de muy poco podré votar en mi primer referéndum, no es que me haga especial ilusión. Por edad me perdí el último, el de la OTAN, aunque recuerdo las pintadas en la calle, y el "OTAN no, bases fuera". Dudo mucho que este próximo sea recordado de igual modo, pues en este caso nuestra decisión ni será nuestra (nuestros votos se añadirán a todos los del resto de la Unión) ni se realiza en un contexto de recuperación de libertades, en el cual la entrada o no en una banda armada internacional tenía muchos más significados que el de entrar en el selecto grupo de mantenedores del statu quo.
Da mucho que pensar una constitución que se publicita como un detergente o una marca de refresco, con el famosete de turno leyendo el pizarrín y tira millas, que la gente es tonta y compra lo que les digamos. Imagino que será porque ni los defensores de la constitución saben explicar para qué va a servir esta nueva carta magna. No es que no lo sepan, no, pero o nos toman por tontos, o se temen que al oír los motivos nos envíen a la mierda. Porque el origen de este texto constitucional se encuentra en las banalidades de algún cerebro desgañitado de Bruselas que considera que hecha la ley, logrado el objetivo. Me pregunto qué habrá fallado para que esta idea haya superado todos los filtros y se encuentre hoy día a un paso de convertirse en ley.
Porque una cosa es colaborar en el mutuo desarrollo económico de Europa, vale, y de regalo alejar el fantasma de una nueva guerra europea, de acuerdo. Pero de ahí a hablar del continente como un único pueblo, a creer que todos somos hermanitos y nos queremos mucho, va un señor paso. Los señoritos de Bruselas, que cobran 15.000 euros al mes dietas a parte y se pasan el día conversando en idiomas exóticos, tal vez sí se consideren un pueblo y se quieran mucho y esas cosas tan bonitas. Pero no es de corte sabia el ignorar a la plebe, y si no que recuerden el cabreo de ésta cuando Maria Antonieta les recomendó un cambio en la dieta. Afortunadamente para los nenes de Bruselas, el vulgo ha evolucionado bastante, y pueden estar bastante seguros de que no acabarán en la guillotina (ojalá nosotros tuviéramos las mismas garantías por parte de nuestros dirigentes), pero ello no significa que estemos en Jauja, y que porque ellos lo digan ahora el menda sea hermanito del alma de fineses, húngaros y chipriotas.
Pese a todo imagino que este trágala funcionará, como han funcionado todos hasta ahora, porque el país está mejor que antes, y porque los chinos acojonan un rato largo. La constitución se aprobará, si no ahora dentro de unos años, y sus artículos se elevarán al gran altar para que ser debidamente incumplidos o tergiversados cuando convenga. Pero que no se hagan ilusiones ni en Bruselas, ni en Madrid ni en Villabotijo. Vamos a seguir tal como estábamos, los que mandan seguirán haciendo lo que les de la gana, el mercado va más allá de las leyes y esta constitución no será una excepción a la norma. ¿O acaso servirá de algo que la constitución diga que debe buscarse el pleno empleo, los ríos limpios de mierda o incluso que convierta en ley la felicidad? Hasta ahora han sido palabras inútiles, y su desaparición lo único que hará será limpiar de hipocresía la norma general. Mi pregunta es por qué nos molestan con referéndums tontos tras 15 años de hacer lo que les ha convenido, por qué utilizan la herramienta electoral únicamente como barniz canonizador de las decisiones ya tomadas, dejando el resto del proceso en manos de un abuelete que se cree que la gente aún va a misa y que la riqueza de Europa nada tiene que ver con la explotación infantil en Asia.
Será porque heredan la tarea que antes correspondía a reyes y emperadores, que los políticos olvidan con demasiada naturalidad que son funcionarios, igual que los barrenderos o los carteros, y como tales deberían limitarse a cumplir con su función, que es la de gestionar lo público, y no la de comernos el coco para adaptar la sociedad a sus necesidades.
Da mucho que pensar una constitución que se publicita como un detergente o una marca de refresco, con el famosete de turno leyendo el pizarrín y tira millas, que la gente es tonta y compra lo que les digamos. Imagino que será porque ni los defensores de la constitución saben explicar para qué va a servir esta nueva carta magna. No es que no lo sepan, no, pero o nos toman por tontos, o se temen que al oír los motivos nos envíen a la mierda. Porque el origen de este texto constitucional se encuentra en las banalidades de algún cerebro desgañitado de Bruselas que considera que hecha la ley, logrado el objetivo. Me pregunto qué habrá fallado para que esta idea haya superado todos los filtros y se encuentre hoy día a un paso de convertirse en ley.
Porque una cosa es colaborar en el mutuo desarrollo económico de Europa, vale, y de regalo alejar el fantasma de una nueva guerra europea, de acuerdo. Pero de ahí a hablar del continente como un único pueblo, a creer que todos somos hermanitos y nos queremos mucho, va un señor paso. Los señoritos de Bruselas, que cobran 15.000 euros al mes dietas a parte y se pasan el día conversando en idiomas exóticos, tal vez sí se consideren un pueblo y se quieran mucho y esas cosas tan bonitas. Pero no es de corte sabia el ignorar a la plebe, y si no que recuerden el cabreo de ésta cuando Maria Antonieta les recomendó un cambio en la dieta. Afortunadamente para los nenes de Bruselas, el vulgo ha evolucionado bastante, y pueden estar bastante seguros de que no acabarán en la guillotina (ojalá nosotros tuviéramos las mismas garantías por parte de nuestros dirigentes), pero ello no significa que estemos en Jauja, y que porque ellos lo digan ahora el menda sea hermanito del alma de fineses, húngaros y chipriotas.
Pese a todo imagino que este trágala funcionará, como han funcionado todos hasta ahora, porque el país está mejor que antes, y porque los chinos acojonan un rato largo. La constitución se aprobará, si no ahora dentro de unos años, y sus artículos se elevarán al gran altar para que ser debidamente incumplidos o tergiversados cuando convenga. Pero que no se hagan ilusiones ni en Bruselas, ni en Madrid ni en Villabotijo. Vamos a seguir tal como estábamos, los que mandan seguirán haciendo lo que les de la gana, el mercado va más allá de las leyes y esta constitución no será una excepción a la norma. ¿O acaso servirá de algo que la constitución diga que debe buscarse el pleno empleo, los ríos limpios de mierda o incluso que convierta en ley la felicidad? Hasta ahora han sido palabras inútiles, y su desaparición lo único que hará será limpiar de hipocresía la norma general. Mi pregunta es por qué nos molestan con referéndums tontos tras 15 años de hacer lo que les ha convenido, por qué utilizan la herramienta electoral únicamente como barniz canonizador de las decisiones ya tomadas, dejando el resto del proceso en manos de un abuelete que se cree que la gente aún va a misa y que la riqueza de Europa nada tiene que ver con la explotación infantil en Asia.
Será porque heredan la tarea que antes correspondía a reyes y emperadores, que los políticos olvidan con demasiada naturalidad que son funcionarios, igual que los barrenderos o los carteros, y como tales deberían limitarse a cumplir con su función, que es la de gestionar lo público, y no la de comernos el coco para adaptar la sociedad a sus necesidades.
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