A España sufrir hasta morir
Lo escrito a continuación va para mi amigo Sergio, es la respuesta a su blog del día 19 (http://librodearena.blogia.com/); como no he podido colgárselo en su página, lo dejo aquí de regalo:
No entraré a discutir el tema de la necesidad de los ejércitos, como nadie discute que hacen falta barrenderos o enterradores. Sin embargo, sí criticaré al amigo Reverte por olvidar su antiguo oficio de periodista y escribir un artículo sin tener ni puta idea de qué habla, como esa pandilla de chiripitifláuticos a quien tanto gusta mentar el cartaginés.
Porque la susodicha inscripción -felizmente retirada- ocupaba toda la loma de una montaña, siendo las letras de unos 10 metros de altura cada una, y mostrándose de cara a la carretera. Me parece muy bien que entre los actos castrenses se encuentre el mantenimiento de la fidelidad a la patria y un regular lavado de cerebro a los cadetes, porque para matar hay que tener las cosas muy claras, y el oficio de los soldados no es otro que matar.
Pero esto es algo que les interesa a ellos, y no a la mayoría de los mortales, que nos ganamos el bocata con el mismo respeto y sin hacer tanto el indio por ahí. ¿Han visto jamás un desfile de carteros? ¿se celebra acaso el día de las fuerzas funcionarias? Los soldaditos no son más importantes que nadie, así que no ha lugar para que reciban un trato preferencial; y, opina un servirdor, muchísimo menos el ejército español, paradigma de la incompetencia militar desde hace algunos siglos, con una lista de derrotas, fracasos, traiciones y vilezas difícil de superar.
Pero es que el tema no acaba aquí, porque la inscripción de marras viene a sustituir otra que por tres décadas ocupó ese mismo lugar para mayor regocijo de los señores del yugo y las flechas, y que decía "Franco, Franco, Franco". ¿Te imaginas, amigo Sergio, lo que debe ser comerse ese sapo inmenso cada mañana al ir a trabajar? Yo no me lo imagino, y por eso no juzgo la decisión de los señores de Tremp, Camarasa y alrededores, de presionar para que quiten esas letritas y dejen el monte para los conejos, los jabalíes y las parejitas que quieran meterse el lote, que para hacer propaganda del ejército ya nos basta -y nos sobra- con el amiguete Bono y su cabrita Chusquera.
No entraré a discutir el tema de la necesidad de los ejércitos, como nadie discute que hacen falta barrenderos o enterradores. Sin embargo, sí criticaré al amigo Reverte por olvidar su antiguo oficio de periodista y escribir un artículo sin tener ni puta idea de qué habla, como esa pandilla de chiripitifláuticos a quien tanto gusta mentar el cartaginés.
Porque la susodicha inscripción -felizmente retirada- ocupaba toda la loma de una montaña, siendo las letras de unos 10 metros de altura cada una, y mostrándose de cara a la carretera. Me parece muy bien que entre los actos castrenses se encuentre el mantenimiento de la fidelidad a la patria y un regular lavado de cerebro a los cadetes, porque para matar hay que tener las cosas muy claras, y el oficio de los soldados no es otro que matar.
Pero esto es algo que les interesa a ellos, y no a la mayoría de los mortales, que nos ganamos el bocata con el mismo respeto y sin hacer tanto el indio por ahí. ¿Han visto jamás un desfile de carteros? ¿se celebra acaso el día de las fuerzas funcionarias? Los soldaditos no son más importantes que nadie, así que no ha lugar para que reciban un trato preferencial; y, opina un servirdor, muchísimo menos el ejército español, paradigma de la incompetencia militar desde hace algunos siglos, con una lista de derrotas, fracasos, traiciones y vilezas difícil de superar.
Pero es que el tema no acaba aquí, porque la inscripción de marras viene a sustituir otra que por tres décadas ocupó ese mismo lugar para mayor regocijo de los señores del yugo y las flechas, y que decía "Franco, Franco, Franco". ¿Te imaginas, amigo Sergio, lo que debe ser comerse ese sapo inmenso cada mañana al ir a trabajar? Yo no me lo imagino, y por eso no juzgo la decisión de los señores de Tremp, Camarasa y alrededores, de presionar para que quiten esas letritas y dejen el monte para los conejos, los jabalíes y las parejitas que quieran meterse el lote, que para hacer propaganda del ejército ya nos basta -y nos sobra- con el amiguete Bono y su cabrita Chusquera.
2 comentarios
sergio -
Otra cosa es lo que hayan hecho estos señores a lo largo de la historia de este país. Aunque no te voy a recordar que militar fue Riego, y militares fueron Tagüeña, Rojo y tantos otros.
Así que bueno, cada cual que piense lo que quiera, pero mal veo que nos amariconen el ejército porque bastante cachondeo es ya el resto de la sociedad como para convertir los cuarteles en delegaciones de Greenpeace. Como dijo aquel, mariconadas las justas...
Amigo Gagarin -