Quién se acuerda del PHN?
Este caluroso verano nos presenta una situación de lo más curiosa: las cuencas fluviales han visto caer su caudal al 50 % de lo que sería corriente. Ni Ebros, ni Dueros ni Guadalquivires han podido soportar la mezcla de altas temperaturas con baja pluviosidad, y ahí están las pobres sardinas ahogándose en los márgenes de nuestros ríos.
Digo que la situación es curiosa porque, hace poco más de un año, el gobierno pretendía extraer varios hectómetros cúbicos del Ebro para trasladarlos a las zonas del sur. El proyecto, el tan manido Plan Hidrológico Nacional, consistía en una serie de canales de dimensiones faraónicas que trasladarían el líquido vital de norte a sur. De haberse realizado, hoy nos encontraríamos con una obra de 500 millones de euros sometida al desgaste del clima, sin ninguna utilidad más. Como las autopistas de cuatro carriles que construían los gobiernos socialistas africanos para su parque automovilístico de 10.000 vehículos, o como esas hermosas fábricas que el gobierno italiano construía en el sur con la esperanza de impulsar el negocio fabril en esa área.
El anterior gobierno, en su pretensión de poner a España a la cabeza de todo, debió pensar que todo quería decir todo, incluidas las mayores barbaridades, que desde Calígula forman parte indivisible de los grandes imperios. Por eso quería cubrir con cemento y acero (por supuesto, de FCC) kilómetros y kilómetros de nuestro país, para que las generaciones venideras comprobaran, con admiración, que venían de una España mágica, de una "terra mítica" que, como el parque del mismo nombre, era fruto de mentes privilegiadas, deseadas de poner su nombre con letras de oro en la historia de las construcciones estúpidas, y de paso en la nómina de algunas constructoras.
La sequía de este verano ha venido a demostrar que el problema del agua no se soluciona importando "Evian" de Francia. Ni la mejor ingeniería del momento puede transportar agua desde donde no la hay. Es un comportamiento muy típico en política, el evitar que la realidad trunque un hermoso proyecto. En el estado de Oregon, en los EE.UU. hace años se inició un proyecto para fabricar gasolina a base de aceite de girasol. La idea fue un fracaso, pues el producto era de menor calidad y más caro que el petróleo refinado. Pero resulta que, por miedo a perder los votos de ese estado, el proyecto sigue en pie, las subvenciones puntuales como un reloj, pase el partido que pase por la casa blanca.
Circunstancias como la expuesta son similares en la Europa de las PAC. Las recetas mágicas de unos políticos que han estudiado derecho y se meten a digresiones sobre la evolución ecológica de su escosistema, para luego pasar a discutir los elementos cruciales del diseño de la obra y, finalmente, poner su toque particular en el diseño de los presupuestos, aún sin tener ni puñetera idea de economía. Qué mas da! estoy en el gobierno, y tengo que dejar mi huella en la historia como sea!
Llegará un día (espero, o sueño, no se) en que los políticos reconozcan su papel secundario en nuestra sociedad, como meras correas de transmisión de la voluntad popular. Mientras esto suceda, tendremos que sufrir, junto al ecosistema nacional y el herario público, las periódicas idas de olla de estos abogaduchos que por tener coche oficial se creen algo. ¡Como si basureros y carteros no tuvieran también coche!
Y mientras pasa la espera, este verano por lo menos podremos celebrar que nos ha tocado lo malo, la sequía, y no lo peor, el PHN.
Digo que la situación es curiosa porque, hace poco más de un año, el gobierno pretendía extraer varios hectómetros cúbicos del Ebro para trasladarlos a las zonas del sur. El proyecto, el tan manido Plan Hidrológico Nacional, consistía en una serie de canales de dimensiones faraónicas que trasladarían el líquido vital de norte a sur. De haberse realizado, hoy nos encontraríamos con una obra de 500 millones de euros sometida al desgaste del clima, sin ninguna utilidad más. Como las autopistas de cuatro carriles que construían los gobiernos socialistas africanos para su parque automovilístico de 10.000 vehículos, o como esas hermosas fábricas que el gobierno italiano construía en el sur con la esperanza de impulsar el negocio fabril en esa área.
El anterior gobierno, en su pretensión de poner a España a la cabeza de todo, debió pensar que todo quería decir todo, incluidas las mayores barbaridades, que desde Calígula forman parte indivisible de los grandes imperios. Por eso quería cubrir con cemento y acero (por supuesto, de FCC) kilómetros y kilómetros de nuestro país, para que las generaciones venideras comprobaran, con admiración, que venían de una España mágica, de una "terra mítica" que, como el parque del mismo nombre, era fruto de mentes privilegiadas, deseadas de poner su nombre con letras de oro en la historia de las construcciones estúpidas, y de paso en la nómina de algunas constructoras.
La sequía de este verano ha venido a demostrar que el problema del agua no se soluciona importando "Evian" de Francia. Ni la mejor ingeniería del momento puede transportar agua desde donde no la hay. Es un comportamiento muy típico en política, el evitar que la realidad trunque un hermoso proyecto. En el estado de Oregon, en los EE.UU. hace años se inició un proyecto para fabricar gasolina a base de aceite de girasol. La idea fue un fracaso, pues el producto era de menor calidad y más caro que el petróleo refinado. Pero resulta que, por miedo a perder los votos de ese estado, el proyecto sigue en pie, las subvenciones puntuales como un reloj, pase el partido que pase por la casa blanca.
Circunstancias como la expuesta son similares en la Europa de las PAC. Las recetas mágicas de unos políticos que han estudiado derecho y se meten a digresiones sobre la evolución ecológica de su escosistema, para luego pasar a discutir los elementos cruciales del diseño de la obra y, finalmente, poner su toque particular en el diseño de los presupuestos, aún sin tener ni puñetera idea de economía. Qué mas da! estoy en el gobierno, y tengo que dejar mi huella en la historia como sea!
Llegará un día (espero, o sueño, no se) en que los políticos reconozcan su papel secundario en nuestra sociedad, como meras correas de transmisión de la voluntad popular. Mientras esto suceda, tendremos que sufrir, junto al ecosistema nacional y el herario público, las periódicas idas de olla de estos abogaduchos que por tener coche oficial se creen algo. ¡Como si basureros y carteros no tuvieran también coche!
Y mientras pasa la espera, este verano por lo menos podremos celebrar que nos ha tocado lo malo, la sequía, y no lo peor, el PHN.
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