La democracia israelí
La judería anda revuelta porque los moros les han secuestrado a tres soldaditos. Ya lo decían los francotiradores serbios que los vivos son más molestos que los muertos, y por eso preferían herir que matar: a un muerto lo olvidas y listo, de un vivo debes seguir preocupándote so pena de ser acusado de salvaje, cruel, inhumano, cobarde y traidor. A medida que avanza el conflicto de Oriente Medio, uno tiene la sensación que los palestinos han leído los libros de historia, mientras que Israel no.
Ya hace algunos años, Arafat vivito y coleando, se montó un pitote llamado Intifada, que venía a ser para la OLP lo que la ofensiva del Tet fue para el Vietcong: la revolución a golpe de televisión. De todo se les dijo a los israelís cada vez que la tele enseñaba a un civil que huyendo del combate era acribillado por la espalda por un retoño hebreo que, a sus 19 años, se encontraba en medio de la bárbara morería armado con tecnología punta y haciendo lo que sabía hacer: jugar al Counter Strike pero en versión real. El recluta movía el cursor, apuntaba con el cañón al padre que resguarba al hijo entre sus brazos y !zas! 200 puntos pal bolsillo, más 150 de bonus por el combo, que la cabeza arrancada del niño le había dado de rebote a otro morito que pasaba por ahí. El soldadito israelí saltaba de alegría, sus compañeros aplaudían, le prometían mil cervezas para remerorar su hazaña, y las cámaras de televisión retransmitían el espectáculo en directo para mayor regocijo de un Arafat que entre trago y trago de coñac Napoleón pensaba en lo bien que le iba a la causa palestina esos cadáveres adornando las televisiones de medio mundo, junto al toro y el tapete de la suegra.
Tan bien le fueron las cosas que incluso cuando Arafat tuvo al primer ministro israelí en frente, muriéndose por darle la mano en público, el fundador de la OLP decidió rechazar la oferta y volver a probar suerte. Así apareció, si mal no recuerdo, la segunda Intifada. Ahí calculó mal, el progre Barak fracasó con sus buenos modales, pero los israelís ya habían aprendido la lección. Sharon (cabrón) tenía más mili que Netanyahu, e incluso que Barak. En vez de entrar a saco como era tradición, optaron por los "ataques selectivos" que es algo así como el tiro en la nuca de ETA: a uno de la OLP lo mataron con el móvil, a otro un misil que entró por la ventana del despacho, y así comenzaron a fagocitar al estado palestino.
Si Arafat sabía cosas de Vietnam, Sharon tenía conocimientos de Auschwitz, y sabía muy bien que los nazis, para limpiarse las manos de genocidio, lo que hacían primero era despojar de toda humanidad a sus víctimas: los convertían en despojos, y a continuación lo que hacían no era "matar", sino "limpiar". Así, el "héroe" del Líbano renunció a la matanza indiscriminada, por qué matarlos yo -pensaba- si puede hacerlo el hambre? Así que un murito por aquí, un barrio civil arrasado por ahí. Como los dirigentes palestinos viven entre la población, pues claro, habían daños colaterales, y con el tiempo la estructura estatal de la OLP se fue convirtiendo en un cadáver sin vida.
Las consecuencias de esta política se ven hoy: a falta de un estado laico en palestino, gana la sociedad religiosa. Es una ley de la sociología que los seres humanos vivimos en sociedad, y si no la tenemos la creamos, tal como un pájaro hace el nido, por instinto. Si no puedes crear un estado moderno, pues creas uno feudal, y ahí tienes a Hamás arrasando en las elecciones, porque a diferencia de Al Fatah, los islamistas con la mezquita se bastan, y que les quiten hospitales, escuelas o ministerios les afecta más bien poco, porque con el Corán se apañan muy bien.
Pero he aquí que Sharon enferma, entra en coma y le sucede Olmert. A este señor le pasa lo que a los elegidos por su predecesor (Almunia, Rajoy, Mas) que está más preocupado por demostrar que él también sabe que no por llevar a cabo una política coherente. Y por ahí se la han colado los palestinos, que ya digo que de historia saben algo. Van cuatro tipos de los mártires de Al Aqsa, o de Sabadell, que para el caso es lo mismo: cuatro matados, sin orden ni control, sin nadie que les dirija, y ellos solitos le dan una patada en los mismísimos al gobierno de Israel: han arrasado Beersehba? han aplastado a una brigada acorazada? Qué va, han secuestrado a un soldadito capullín y con eso han puesto contra las cuerdas al estado israelí.
Si hacemos cálculos a día de hoy, podemos decir que para los hebreos la vida de uno de los suyos equivale a la de un centenar de moritos, palestinos o libaneses tanto da (los tanques no están por los detalles). Más allá de que Israel no esté de acuerdo con que todos los seres humanos somos iguales, esto sienta un grave precedente. Porque ayer les secuestraron a dos soldaditos más, así que ahora toca matar a 200 moros y arrasar 6 o 7 barrios más, porque si no la familia de los secuestrados se quejará de que les abandonan ante la tragedia.
Pasan los días y los árabes mantienen su política de tierra quemada: es la ventaja de la edad media, que una vida humana vale muy poco. Así los turcos matan a sus hijas porque se han enamorado, o los afganos ahorcan a un tipo por haber robado un cántaro. Con cinco o seis hijos por familia la pérdida de vidas es un lujo que se pueden permitir. Israel, por el contrario, ya no es todo lo feudal que algunos de sus ciudadanos querrían: conocemos los nombres y apellidos de los tres prisioneros, incluso hemos oído a sus familiares llorar por ellos. Son personas, seres humanos, no sólo cifras, o almas, como los cientos de cadáveres del otro lado. Y ello obliga, como he dicho, a actuar consecuentemente, a arrasar barrios enteros, a asesinar fríamente a nueve niños por si acaso iba con ellos algún presunto terrorista, todo en pos de liberar a los tres ciudadanos israelíes secuestrados por las hordas bárbaras.
Estas cosas suelen pasar cuando un ejército se enfrenta, no a otro, sino a la nada. En 1814 los franceses se largaron de España cagando leches, vencidos por el odio visceral que hacia ellos sentían los íberos. Los rusos, pese a contar con ejército, hicieron algo similar en aquellos años, y el pequeño corso también tuvo que abandonar el este. Pero claro, el hermano mayor de Israel no es europeo, sino estadounidense, y ahí se nota la diferencia.
Supongo que Bush debe plantear la situación en Oriente Medio partiendo de las películas de John Wayne. Los palestinos son los indios salvajes, que secuestran a las mujeres y cortan cabelleras; Israel, a parte de representar un importante grupo de votantes, es también lo que vendrían a ser los yanquis, con las caravanas, el ferrocarril y el séptimo de caballería dispuesto a todo. Y claro, en los EE.UU. no ha pasado nada por exterminar a la población nativa para construir McDonalds y misiles termonucleares. ¿Por qué Israel debe ser diferente? Se entiende así que Bush defienda los bombardeos sobre población civil como un acto en defensa propia: es lo que aprendía de pequeño cuando papá Bush le llevaba al cine, que los indios son malos remalos, y que los yanquis son todos buenos y honrados.
El idealismo yanqui casa muy bien con esta interpretación, lo mismo en Israel, que es otro estado joven que cuenta sus guerras por victorias. Sin embargo, la historia cuenta otras cosas. Años ha otros europeos fundaron un reino en Palestina, fueron los cruzados. A base de mucha mala leche y conflictos constantes pervivieron en la zona por un siglo y medio, hasta que a finales del XIII lo dejaron estar. Los israelís son también europeos, no en vano sus bisabuelos son todos del viejo continente o Estados Unidos, que van a “civilizar” una tierra salvaje y llena de bárbaros. No entienden que estas gentes no acepten su mensaje “evangelizador” y mucho menos que les quieran echar por la fuerza, cuando llegan cargados de buenas intenciones. Por eso quieren apañar la falta de inteligencia de los moritos a base de misiles y bulldozers, para que entren en razón.
Pero ni todas las bombas del mundo pueden con la paciencia, y los árabes, educados en la mezquita (generosamente financiada por EE.UU. en los años 60 como vacuna contra el socialismo) de paciencia tienen mucha. Israel existe porque está intubada a una máquina de respiración artificial, y el día que la desconecten morirá engullida por las hordas bárbaras que recuperarán, más aún que su territorio, su bizarra libertad. La democracia es buena en todas partes, pero deben respetarse los ritmos de cada país. España cogió de Napoleón muchas cosas, pero no se detuvo hasta poder gritar alegremente “vivan las caenas”. Oriente Medio sin duda aprenderá mucho de Israel, pero no dará un paso hacia la democracia sin antes haber gritado en Jerusalén “Alá es grande”. Mientras los hebreos no entiendan esto, su democracia será sinónimo de masacres civiles y enormes campos de concentración.
1 comentario
canserra -
Un artículo muy bueno. A ver si esta noche me da tiempo a acabarlo. Saludos
Nota: Las fechorías del hombre moderno no me dejan de sorprender. Quizás en el futuro Francia arrasa España, por que alquién de ETA se ha saldo un semaforo en rojo en Paris.