Por la boca muere el Papa
Al pobre papa Ratzi le han amargado el fin del verano. Ya lo decía Jomeini, que esto de las parabólicas era cosa mala, que mejor prohibirlas y que cada cual vea el “Un, Dos, Tres” de su país. Al fin y al cabo, mirar las teles del extranjero siempre ha sido una cosa de snobs y sesudos estudiantes de idiomas por correspondencia.
Antes los papas podían pasearse arriba y abajo rajando de los moros con total alegría. Eran aquellos tiempos en que se decía que en Arabia tenían Grifos sobrevolando las ciudades, y sus habitantes tenían tres cabezas y ocho pies. Todo podía decirse, todo era gratuito porque tales palabras nunca llegaban al moro, y si lo hacían, habían terciado ya algunas cruzadas de por medio. Eran aquellos años en que los gobernantes en tiempos de crisis, en lugar de afrontar mociones de confianza, encabezaban el linchamiento público del marginadete del pueblo (léase hereje o judío) con cuya muerte todo volvería a la paz y sosiego tradicional. La información se estancaba es sus propias regiones, y quedaba en manos de los mandamases que la utilizaban como creían más conveniente.
Pero llega la globalización y las cosas se complican. A ningún musulmán se le ocurrió pedir el linchamiento público de Urbano II, por muchas cruzadas que convocara. Tampoco Pío V sufrió atentado alguno por convencer a España de meterse en la batalla de Lepanto. Pero he aquí que el bueno de Ratzinger se las ha visto y deseado por algo tan badalí como leer en voz alta las palabras que alguien pronunció cinco siglos atrás. Así, sin matar a un solo moro, sin tomar Jerusalén ni arrasar la Meca, da la sensación que nuestro Ratzi le ha pegado al Islam una inmensa patada en los cataplines.
Sorprende que el gabinete de comunicación del Vaticano no previera tal reacción, ni advirtiese de la misma al Papa, para evitar tal desaguisado. Aunque me pregunto si era posible evitarlo. Ratzinger era el responsable de la Inquisición en el vaticano, un cargo que, en los días que corren, debe ser casi casi tan inútil como el de Conseller de Relacions Institucionals que ostenta el sr. Saura. Lo de inquisidor cuando se quemaba a la pena y se estrenaban ordalías cada año debía ser la ostia. Pero ahora que si matas una mosca te vienen los verdes a llamarte nazi, no creo que de mucho juego. De ahí que el bávaro le haya dedicado mucho tiempo a las cuestiones académicas: clases de teología, ensayos, tratados, debates… Claro, Juan Pablo era un curita cañón, pero este nuevo es un tipo docto, leído y que se atreve a debatir con científicos y filósofos racionalistas, sin miedo a destapar por ello las grietas de la doctrina católica.
Y algo así podía –tenía que- pasar. Ratzi hace un discurso para unos señores universitarios, teólogos, filósofos, doctores varios, gente leída e instruida que interpretan lo dicho desde unas bases previas que fundamentan un debate. Sin embargo, cualquier hijo de vecino puede acceder al discurso. Puede también usar el editor de sonido de Windows (carpeta de Entretenimiento del menú Inicio) para recortar los parágrafos más interesantes y hacer un nuevo corte en que parezca que Ratzi está rajando de los moros una barbaridad. Luego este señor (que tanto puede ser Al Zarqawi como Jiménez Losantos) va y lo da a conocer por algún medio de comunicación. La creación de pollos mediáticos no es monopolio de “Aquí hay Tomate”,y como los moros aún no tienen un Salsa Rosa en que ir a desahogarse, pues salen a la calle a protestar, y hasta se plantean acabar con el Papa.
Este tipo de protestas son un tanto gratuitas, como cuando un servidor pide la cabeza del árbitro porque se ha pasado un penalti por el forro. Más jodido es el tema de ir a quemar iglesias por el barrio, pero visto lo rápido que se han calmado las cosas, uno cree que, si de verdad se hubiese montado un cristo, la cosa no habría acabado con dos iglesias de barrio destrozadas, que en Barcelona han ardido cajeros por mucho menos.
Pero a lo que íbamos: me cuesta imaginar cómo puede el bueno de Ratzi seguir con su agenda de actos en su actual condición de Papa. Los musulmanes, como Papa o jerifalte máximo no tienen, se pasan el pollo de imán a imán, y si sale uno diciendo que hay que pegar a las mujeres siempre que se pueda, siempre salta otro diciendo que el Islam va contra la violencia de todo tipo. Las figuras mediáticas de la actualidad no deben salirse de sus papeles estereotipados y previamente ensayados, so pena de generar reacciones del tipo de las mencionadas. No es que los musulmanes que salen por la tele cabreados tengan la razón, porque no la tienen, y si no les gusta lo que oyen que cambien de canal, como un servidor hace con la COPE. Pero no cabe duda que cada vez que el Papa, Bush o Torrebruno digan algo por el estilo, habrá detrás un cabroncete dispuesto a inflamar a la plebe para mayor gloria de los cepillos de la mezquita, que a estas horas deben rebosar de diezmos.
Uno piensa que si occidente no se hubiera esforzado tanto en decapitar los intentos de instaurar dictaduras socialistas (esto es, modernas) en los países árabes, en beneficio de las dictaduras islámicas (o sea, medievales) que generan materias primas a precios más bajos, tal vez no tendríamos en pleno siglo XXI reacciones tan absurdas a lo dicho por un cura en una clase de teología en una universidad bávara. Pero de aquellos fangos, estos lodos, y ahora el bueno de Ratzi tendrá que conformarse con las bendiciones Urbi et Orbe y, como mucho, la sociedad recreativa de la batalla de las Ardenas. Los musulmanes cabreados, por su parte, podrían dejar la farándula de las manifestaciones en Karachi y los desfiles en Gaza con tanques de juguete, y plantearse atentar contra Jiménez Losantos o Aznar, tipos que han dicho cosas muchísimo peores de los moros, y no en un debate académico precisamente.
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