Hazte político, verás fútbol!
La presidencia de un parlamento suele ser un cargo bastante testimonial. No es que no haga nada, porque su función consiste en dar y quitar la palabra en el hemiciclo, que no es poco. Sin embargo, no se trata de un cargo de decisión política, sino más bien funcionarial, administrativo. No es de extrañar, por tanto, que en muchas ocasiones la elección del cargo se haga más teniendo en cuenta el salario que la tarea a realizar: los Presidentes del parlamento tienen pensión vitalicia, y ello es muy importante para los que llevan muchas legislaturas en política, demasiadas para volver fácilmente a su vida anterior, con sueldos más –digamos- recatados. Tal fue el caso de Heribert Barrera, primer presidente del Parlament de Catalunya tras el franquismo, escogido más por esa razón que por sus más bien escasas aptitudes para el diálogo y la concordia.
Por eso me sorprendió ya la legislatura pasada la elección de Ernest Benach como presidente del Parlament. Para los que no le conozcan, es un tipo barbudo y barrigudo, con una cara de complacencia que tumba. Forma parte de ese sector de gordos que se lo han currado, vamos, que no es cuestión sólo de genética, sino que han realizado un esmerado trabajo de ingesta y deglución en cantidades pantagruélicas.
Además de comer, al señor Benach le encanta el fútbol. Muestra de tal pasión es la diligencia con que asiste al palco del Camp Nou, con mayor regularidad y eficacia que cuando ocupa la silla presidencial en las antiguas caballerizas de la Ciutadella. Su gordura le hace fácilmente visible cuando las cámaras enfocan el palco: a la derecha del otro “president”, mirada sobria, gesto relajado, siguiendo con todo detalle el devenir del ejército imaginario de Catalunya en sus mil batallas contra el invasor español (o es espanyol?).
Tal afición ha llevado a don Ernesto a viajar con la infantería del F.C.Barcelona a una de sus bregas en tierras niponas. El sr. Benach, que cobra de todos los catalanes, ha creído conveniente dedicar cinco días laborables a acompañar a un equipo de fútbol hasta los confines del planeta. La excusa: una recepción oficial del parlamento nipón, o de su presidente o algo así. Así que ya lo saben, catalanets de pro que campan por la red: cuando mañana entren ustedes a trabajar, piensen que una parte de lo que ganen servirá para que el presidente del Parlament siga cobrando su salario mientras realiza la tan árdua y necesaria tarea de acompañar el Barça a 10.000 quilómetros de aquí.
La pregunta que me hago es qué necesidad hay de un puesto de trabajo que puede permanecer desocupado una semana entera sin que pase nada. Vista la inutilidad del mismo, vamos, que es una estafa como una catedral, propongo que se suprima el cargo de president del Parlament, al menos a nivel político. Propongo que a partir de ahora sea considerado un cargo funcionarial normal, con su concurso opositor y un salario, digamos, de ujier, que la cosa no necesita más gastos.
Debemos agradecer al señor Benach la forma tan clarividente con que nos ha mostrado a todos que su cargo es una estafa, quien lo ocupa un vividor, y quienes lo mantienen con su sueldo, unos borregos por hacerlo.
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