Feliz año nuevo! (les desean tres encapuchados)
Ni campanadas ni ostias. A los de ETA se les ha ocurrido festejar el año nuevo a lo grande, a la bilbaína, y a Ramon García se le ha caído la capa del susto. No es moco de pavo el petardazo que han soltado en la bella y pulcra terminal 4 de Barajas; sea la cantidad que sea, mucha bomba metieron en la furgo del pobre montañero para que la policía no haya encontrado ni el mechero.
Como recuerda hoy la prensa, estos bombazos no son cosa nueva, y tanto los vascos como el IRA ya utilizaron este método de presión en anteriores ocasiones: los primeros en la casa cuartel de Zaragoza, y los irlandeses en la “city” londinense, llevándose por delante lo más “beautiful” de la capital inglesa. Se trata, aunque parezca increíble, de la forma que tienen de negociar las bandas armadas: si no les hacen caso, recuerdan de qué se está hablando, y volvemos al tute. Beban tila los más soliviantados, porque este método difiere muy poco del utilizado, por ejemplo, por las empresas al negociar los convenios colectivos. La diferencia es que los unos causan muertes directas, mientras las otras matan lentamente. Cuando una empresa quiere hacer presión al gobierno, o a la vecina del quinto, anuncia un recorte de plantilla, la deslocalización de parte de la producción o sencillamente un aumento del precio de sus productos (recuerden las autopistas de pago). Claro, utilizan lo que tienen a mano, igualmente que los etarras. Coinciden en que les importa más bien poco los efectos a terceros de sus acciones, aunque difieren en que los empresarios tienen el refugio de los dividendos, mientras que a los nenes que pusieron la bomba les espera, com muchísima suerte, el indulto general y a currar de lampista. Si las cosas no les salen bien, cuatro décadas para licenciarse en derecho y escribir cartas a los hijos nunca vistos. En este sentido los de ETA merecen más respeto que la CEOE.
Diga lo que diga mr. Rubalcaba estamos en una negociación, y las dos partes van poniendo las cartas sobre la mesa. No hace tanto que condenaron a un tal De Juana a varios años de cárcel por el gravísimo delito de escribir, concretamente unas cartas donde, presuntamente, se amenazaba a no se sabe quién, porque no aparecía ni un solo nombre. Claro, estás negociando y te meten a un amigo en chirona por hacer unas declaraciones que no son ni la mitad de cafres que las dedicadas por Acebes, Zaplana y compañía contra el tripartito catalán (que si van a destruir España, que si debemos unirnos en su contra, que si son poco menos que ladrones). Que sí, que este señor De Juana decidió en su día ir más allá de las palabras y dedicarse a pegar tiros. Pero que yo sepa la justicia debe juzgar hechos, no presunciones. Espero que quede claro porque de no ser así, y caso de volver el PP al gobierno, un día podrían meter a todos los catalanes (cielos, yo lo soy!) en campos de concentración por presumir que maquinan destruir España.
Si una parte del estado (la judicatura, o al menos parte de ella) ignora que estamos en una tregua y negociando con ETA, ¿por qué nos sorprende que una parte de la banda armada opte por ignorar igualmente tal situación? El estado español no es el ejemplo a seguir, según la ONU, y pruebas de ello hay, desde los GAL hasta la liberación de Pinochet, que gracias a un presidente español hace poco pudo morir en su cama y rodeado de la familia. ¿Qué hace a este estado moralmente superior a una banda armada? Como bien dijo Webber, el estado es el monopolio de la violencia, tal es su único e inalienable sustento. Con la bomba de la T-4 ETA da donde más duele a un estado, en la violencia que sólo él debería controlar, pero no se comporta moralmente peor.
No olvidemos que el atentado iba destinado exclusivamente contra los intereses económicos, aunque se ha llevado por delante dos vidas más. Ahora que los más rancios de la banda armada pueden volver a tapear a las herrikos con la polla bien tiesa, es hora de volver a la mesa de negociaciones. Y no, no me creo lo que dice el gobierno de que la tregua está rota, principalmente porque ello supondría la derrota del PSOE en las próximas elecciones. Como buenos profesionales de la política (esto es, como señores que por nada quieren dejar el cargo) los socialistas estarán ahorita mismo hablando con Batasuna para decirles que bien, que mensaje recibido, pero que van a caer más etarras en la cárcel, van a haber más condenas estúpidas y se les va a llamar asesinos en público unas cuantas veces más. Pero que no se preocupen, que si Batasuna hace su parte (controlar a los talibanes) el gobierno irá avanzando y, lo que es el nudo de la cuestión, la sociedad también. Avanzarán hacia una aceptación de la tregua, de los indultos y el retorno de los presos al País Vasco. Una aceptación que necesariamente debe ir unida a la del País Vasco como región, digamos, especial. Fórmulas hay para todos los gustos, como ha demostrado el estatuto catalán. Y si se tiene que reconocer alguna ida de la castaña de los nacionalistas vascos a cambio de la paz, pues ea! Personalmente –y somos legión- me importa un pito redoblado la forma en que debamos llamar a Euskadi, el idioma en que ellos hablen o la selección de fútbol que subvencionen copiosamente. Si a los peperos no les parece bien y están dispuestos a morir porque Raúl siga siendo el capitán de todos los españoles, pues allá ellos, tienen experiencia en el tema, y no pareció importarles mucho las muertes físicas de sus afiliados, no tanto como el atropello contra el estado, la nación y la bandera (esa cosa que muchos usan para limpiarnos el ojete tras defecar).
Si una lección nos dejó la transición española, es que por encima de dignidades y banderas están las personas y sus pequeñas vidas. Durante décadas ni el gobierno de turno ni la ETA de turno han asumido este principio. Parece que ahora comienzan a captarlo, y por mucho que les cueste finalizar el camino iniciado, es necesario que se les apoye porque de lo contrario nos encontraremos con más cadáveres sobre la mesa cubiertos por las más variopintas banderas y crespones.
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