Un país para los católicos
Del este nos llegan buenas nuevas sobre la iglesia católica. Los gemelos que en la actualidad gobiernan Polonia han propuesto una serie de reformas políticas para toda la UE con la sana intención de ponerla a la altura de cualquier democracia normal. Vamos, que nos quieren llevar al siglo XXI sin cobrarnos billete ni nada.
La historia reciente de Polonia está unida a la iglesia, a una iglesia que sirvió de refugio a la oposición al comunismo, que fue un pilar del sindicato “Solidaridad”, y que ahora que ya está hecho el cambio, quiere cobrarse lo suyo. El régimen comunista no se atrevió con los curas en un país muy religioso, y lo pagó caro. Lo que nadie esperaba era que 30 años después la iglesia siguiera exigiendo el pago de la deuda. ¿Nadie lo esperaba? Allá por 1978 otro país bajo gobierno dictatorial se apoyó en la religión para liberarse. El dictadorzuelo de turno no se atrevía con lo divino, y sus representantes en la tierra decidieron aprovecharlo para acabar con el tinglado. Me refiero al Sha de Persia, y al bueno de Jhomeini, una especie de curita cañón que vestido con turbante y sotana hizo lo que Walesa poco después, sólo que occidente no lo celebró con la misma alegría.
Tres décadas después Irán se mantiene bajo una teocracia anacrónica, en la que recientemente tuvieron que legalizar los matrimonios de un mes porque no podían detener a tantos jóvenes que mantenían relaciones fuera del matrimonio. Igual de tenaces, los gemelos Kaczyński están convencidos de poder vivir católicamente en la Europa del siglo XXI, en el mundo 3.0. Si por ellos fuera, entre las estrellas de la bandera europea pondrían una cruz y una efigie de la virgen.
Los gobernantes europeos no se lo pueden creer; un gobierno que se pliega en todo lo económico, pero que les lleva al paroxismo en lo ético y moral. Polonia tiene visos de ser la Utah europea, el país de los fanáticos, el lugar donde pueden comportarse como auténticos zumbados sin que nadie les moleste. Me parecería una idea magnífica, dar cancha a todos los que creen en Dios o el Pato Donald, para que puedan vivir según les dicen sus dogmas religiosos, el duendecillo verde que les aparece en sueños, o los mensajes cifrados en los cartones de leche, que todo viene a ser igual de respetable cuando de creencias hablamos.
En esa “Theuropa” sería legal quemar vivo a alguien por leer un libro prohibido, y los obispos no tendrían que ocultarse para follarse a los monaguillos. Rouco Varela podría decir en voz alta que murieron pocos rojos, y que con Paco, Adolfo y Benito todo habría ido mucho mejor. Incluso podrían montar un Auschwitz en miniatura para ir quemando brujas y judíos cuando una epidemia de gripe fuera interpretada como señal divina. En fin, todas esas cosas que tanto le gusta hacer a la iglesia cuando tiene el poder.
Sin embargo, parece difícil que los gemelos pachones sigan gobernando el país. No en vano, obtuvieron la presidencia con el apoyo de sólo el 10 % de las personas con derecho a voto, y eso es muy poco hasta para la abstencionista España. Es una auténtica lástima. Un gobierno católico sería magnífico para que la gente pudiera ver y escoger. Desvelaría la cara más honesta de la Santa Madre Iglesia, aquella que se muestra cuando tienen el poder en sus manos. Entonces todos estos que defienden por aquí el apoyo a Dios, a Intermon y a los sotanas pederastas, los que dicen que es mejor el Sida que el condón, que debe darse al César lo que es del César, que quien aborta es un asesino y Pinochet un santo varón... Todos estos católicos podrían demostrar su profunda fe yendo a vivir a la muy religiosa Varsovia. Sus hijos podrían ir a preciosos campamentos eucarísticos donde se les curaría de enfermedades como la homosexualidad o el escepticismo. Y para los renuentes siempre quedaría el Cardenal de turno que a base de vaselina y bajadas de calzón haría ver la fe al más pintado.
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